Vestigios de humor y también desasosiego (reseña literaria)

Fuerza renovadora, genuina sorpresa, escritura necesaria... Las benignas y desprendidas críticas que ha recibido el escritor peruano Carlos Yushimito en el último año han sido cuantiosas. La aparición aquí en España de Los bosques tienen sus propias puertas, libro de cuentos publicado por Demipage, ha servido para constatar, según dicen, que estamos ante uno de los mejores narradores jóvenes en español. Tras su lectura reconozco en él cierta originalidad en aquello que quiere contar, pero aun le queda un largo recorrido por hacer. Las seis historias que uno puede leer aquí son de todo menos lógicas y usuales, y en muchas de ellas existen vestigios de humor y también desasosiego que se agradecen enormemente. 
Yushimito parece querer reírse de los estándares, de las modas. Hace, o yo así lo creo, una especie de parodia. ¿Sobre qué? El autor critica ambientes, aspectos de esa sociedad que parece sustentarse en las apariencias. En otras palabras, viene a decirnos que nada es lo que parece o que no tiene la importancia que solemos darle. El mayor ejemplo de esto que digo lo encontramos en Rizoma, cuento que se sumerge en esa vorágine de la gastronomía de alta cocina, mundo de rencillas, de falsos credos y pompas de jabón. Existe aquí una burla ejemplar sobre todo ese círculo mediático que ha elevado a ciertos chefs a la categoría de artistas o, incluso, pensadores del más alto nivel --cada cual, obviamente, es libre de pensar lo que quiera al respecto--.
El autor peruano también se centra en el mundo de los culebrones televisivos, aunque deja patente que la realidad supera a la ficción con creces, o mejor dicho, que la vida real puede resultar más enrevesada y compleja que la trama de una telenovela. Canallas hay en todas partes y los celos y el fracaso afloran por doquier sin apenas darnos cuenta.
En otras de las historias aquí presentes, Carlos Yushimito se formula también preguntas que innegablemente inquietan, como por ejemplo el hecho de levantarse un día, mirarse al espejo y no reconocerse. Este cuento sobre un hombre que ve una nariz en su rostro que no es la suya fue el más ocurrente. Pero donde hay ternura, hay crueldad. En el relato 75, Calle Prince Edward, observamos a un hombre que conduce durante horas para cumplir un encargo que nunca sabremos cuál es o bien no queremos averiguar cuál es. Existen en él ingredientes que te provocan intranquilidad. En este sentido, Yushimito se suma a esa clase de escritores que juegan con aquello que no se dice pero se intuye, distorsiona la realidad y deja sus finales abiertos. 

Comentarios

Descartado. Mil gracias.
Eric GC ha dicho que…
Hace bien. Yo me esperaba mucho más.

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