La perspicacia y el humor, antídotos contra el embuste (opinión)

En la obra Invitación al baile (Errata Naturae), la escritora Rosamond Lehmann narra las vivencias de dos jóvenes hermanas, Kate y Olivia Curtis. Ambas se preparan para vivir la experiencia que supuestamente les cambiará la vida, ese momento en que dejarán de ser adolescentes para convertirse en mujeres de pleno derecho, ese baile de presentación en sociedad que en realidad no es más que un circo ampuloso de falsas apariencias.
Kate es la mayor, la más guapa, la que se muestra convencida de que ese teatro servirá para “encontrar” el amor. Olivia es la pequeña y tímida, la indecisa, la torpe insegura, pero al mismo tiempo la más inquieta y curiosa, la que reconoce al instante que ese baile es un embuste, la que se decepciona por el comportamiento del ser humano. Dentro de su ingenuidad, de ese no saber dónde ubicarse, Olivia sabe que es en los detalles donde se halla la verdad, que es en las distancias cortas donde uno es capaz de ver el trasfondo de las personas, su valía. Algo parecido sucede cuando versamos e intentamos analizar la política, esa gran tragedia donde impera la codicia y la avaricia, donde las cortinas de humo son una constante. La política es como ese baile donde todos ponen buena cara, se muestran cordiales y hablan de forma correcta, aunque con palabras huecas, insustanciales. Es la persona perspicaz, con humor y cierta sensibilidad, la que se da cuenta de las artimañas, de la falsedad, de esa atmósfera enrarecida, y decide no formar parte, no dejarse engatusar. 

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